sábado, 19 de febrero de 2011

ESCENA PRIMERA:
Sentados alrededor de una mesa, Lorenzo Gil II, Lorenzo Gil III, y Lorenzo Gil IV, discutimos acaloradamente acerca de política, de la evidencia o no de una conspiración sindicalista (e inminente), de más se perdió en Cuba, aunque para cagada Trafalgar, del Almirante Nelson, y que al mandó debió siempre estar (eso es cosa sabida) el bueno de Churruca. En un mometo dado, mi anciana abuela (que es anciana, pero no tonta), abandona la estancia, hace que se retira a la cocina, revuelve algunas cosas, nos deja por un rato, y finge alguna ocupación con tal de no escucharnos. El mobiliario: restos de una familia bien venida a menos...De los gloriosos tiempos, apenas conservamos los modales, los cubiertos de plata, y una placa dedicada "muy merecidamente", a "su Ilustrísima con justo y merecido honor, nuestro Almirante Don Lorenzo Gil (I), de la tripulación del ( ilegible) noble y torpedero. San fernando de Cádiz. 1936". Del almirante, mi añorado y querido bisabuelo su Ilustrísma Lorenzo Gil (Iº), ya no supimos más...supuestamente aquella misma noche pereció, junto con la tripulación sin excepción alguna, en mitad de la fiesta, durante un bombardeo. Fue avistado, no obstante, con vida y posterioridad, regentando cierto local de alterne de la costa del sol, o al menos eso es lo que nos dijeron por carta desde el ministerio, años después, que todo hay que decirlo...versión esta última, no exenta de cierta credibilidad, dado que el puterío, después de navegar, siempre fue la otra gran pasión de mi gran bisabuelo, a quien, por cierto, dicen que me parezco mucho.

Llegados a este punto (los burdeles), quedamos en suspenso. Tensa solemnidad. La mirada a lo lejos. Oremos.